TIPS PARA EL
AFRONTAMIENTO DEL DUELO POR COVID.

El proceso del duelo delante de
la muerte de una persona querida es una reacción normal.
Pero a veces nos podemos
encontrar delante de un duelo patológico cuando este se complica.
Es cuando recomendamos terapia
psicológica. Hay cuatro criterios para determinar si nos encontramos delante de
un duelo complicado. A continuación resumimos las características:
-
Criterio A:
presentar de manera significativa pensamientos intrusivos, añoranza extrema,
búsqueda persistente o soledad como resultado de la muerte de la persona.
-
Criterio B:
Presentar cada día al menos la mitad de los siguientes síntomas que son: falta
de objetivos, sensación de frialdad e indiferencia, dificultados en aceptar la
perdida, sentir la vida vacía y sin sentido, sentir la muerte como parte de uno
mismo, ruptura en la manera de entender el mundo y excesiva irritabilidad.
-
Criterio C:
La duración de los síntomas anteriores es de como mínimo 6 meses.
-
Criterio D:
El trastorno causa un importante deterioro de la vida social, laboral o de
otras actividades significativas de la vida de la persona en proceso de duelo.
¿QUE
PODEMOS HACER DELANTE DE NUESTRO PROPIO DOLOR?

El primer paso para aprender a
superar el duelo y afrontar la muerte es reconocer que tenemos un problema y
que queremos hacer algo para solucionarlo. Nos hemos de permitir estar en duelo
y sobretodo no tener miedo a lo que pensamos: nuestra mente tiene una forma
natural de volver a un equilibrio homeostático y cicatrizará las heridas
psíquicas. Hemos de confiar en nuestros propios recursos para seguir adelante.
No se trata de olvidar a la persona sino poderla recordar sin que nos resulte
doloroso.
Es muy importante aceptar que se
trata de una perdida irreversible y por lo tanto, nuestra vida no podrá ser
igual que antes. Se necesita una reorganización del sistema familiar i de la
vida cotidiana, establecer nuevas metas y relaciones.
No es trata de un buen momento
para tomar decisiones importantes, las debemos aplazar hasta que nos sintamos
más preparados y sobretodo no debemos descuidar nuestra salud, ya que el
pensamiento continuo en el otra persona nos hace incapaces de pensar por
nosotros mismos.
Nos hemos de dar tiempo para
recorrer el camino del duelo y permitirnos sentir las emociones que nos vienen
(tristeza, rabia, desesperanza…). Es un momento en que tendemos a ejercer sobre
nosotros mismos una culpabilización invisible. Es por eso que nos hemos de dar
permiso para sentir placer con pequeñas cosas que nos puede ofrecer la vida
cotidiana.
La búsqueda de apoyo social, la
experiencia compartida del dolor y la implicación en grupos de ayuda han
resultado ser muy beneficiosos para las personas con un duelo complicado. No
hemos de tener miedo a pedir ayuda.
FRENTE
AL DUELO DE LOS HIJOS
Diferencias entre el duelo adulto y el de la
infancia y la adolescencia
ü
Evidentemente,
las diferencias tienen mucho que ver con su edad, pero hay una serie de
características generales al margen de esta consideración:
ü
En
la infancia la pérdida de un ser querido no supone una ruptura con la realidad, especialmente si se mantienen
las rutinas, tanto académicas como sociales, las actividades diarias y de ocio.
ü
El
duelo varía según su desarrollo evolutivo, los lazos afectivos con la persona fallecida, las reacciones de las
personas de referencia y los cambios en su entorno más próximo.
ü
La
expresión emocional dependerá del espacio y legitimidad que le den las personas
adultas. Además, se expresan más con juegos o actividades que con palabras o
conductas específicas.
ü
Como
no pueden mantener la pena y el dolor durante mucho tiempo, es frecuente que la
expresión emocional fluctúe, como si hubiese periodos de olvido. El enfado y la
conducta agresiva es quizá lo más frecuente.
ü
Las
expresiones emocionales puede que no se manifiesten y no tienen por qué estar ligadas al sufrimiento, sobre
todo si se mantiene la estabilidad en su mundo.
ü
Otros
duelos importantes son la pérdida de mascotas o sentir cambios emocionales fuertes en las personas cercanas y
que afecten en sus condiciones habituales de vida.
ü
En
la adolescencia, el duelo por la pérdida de seres queridos se parece bastante al del adulto. También son
importantes en esta etapa otras pérdidas como los fracasos amorosos, de
amistad, académicos… y, además, se suelen presentar con una alta carga
emocional.
ü La duración del
proceso es más corta
¿Cuánto
puede durar el duelo y cómo valorar si no se está superando?
El duelo
depende de cada persona y de cada situación pero lo normal es tener un mínimo
tres meses. Ahí es cuando tenemos que estar pendientes y valorar si la ayuda de
un profesional puede ser necesaria:
- Cuando vemos que el duelo dura más de lo
normal.
- Cuando el niño no asume la pérdida.
- Si ha habido comportamientos regresivos, es
decir que el niño deje de hacer cosas que hacía antes.
- Notarlo
apático, que no sonríe, que no tiene ilusión...
De la
misma manera, debemos estar muy atentos a las señales de su comportamiento, analizar
sus sentimientos, ver qué cosas dicen, qué cosas dibujan.
El objetivo es que se vaya superando la situación de muerte del progenitor, poco a poco, de forma que lo pueda integrar en la vida cotidiana y lo pueda verbalizar con normalidad, contándole a un amiguito, o a alguien que le pregunte, que no tienen papá o mamá. En el momento que esto ocurra, será un buen síntoma de que el duelo se está superando.
El objetivo es que se vaya superando la situación de muerte del progenitor, poco a poco, de forma que lo pueda integrar en la vida cotidiana y lo pueda verbalizar con normalidad, contándole a un amiguito, o a alguien que le pregunte, que no tienen papá o mamá. En el momento que esto ocurra, será un buen síntoma de que el duelo se está superando.
¿Es bueno
que hablemos con el niño del tema?
Es bueno
que el niño sienta que siempre que él quiere hablar del tema puede hacerlo. Y
que siempre que quiera expresar "estoy triste" "echo de menos a
mamá/papá"... va a ser respetado y comprendido y le vamos a decir que, por
supuesto, que lo entendemos porque nosotros también lo echamos de menos.
Lo que en ningún momento queremos es borrar esa etapa de su vida, pero el objetivo es que lo integre. El mensaje que le tenemos que dar es que podemos aprender a ser felices a pesar de estar tristes y echar de menos a esa persona. La tristeza no debe impedirnos hacer las cosas cotidianas, el niño tiene que proseguir su vida, debe entender que es normal que esté triste pero debemos enseñarle que esa tristeza no debe interferir en su día a día y se traduzca en temas como fracaso escolar o aislamiento, o dejar de realizar actividades, que es lo último que queremos que ocurra.
Lo que en ningún momento queremos es borrar esa etapa de su vida, pero el objetivo es que lo integre. El mensaje que le tenemos que dar es que podemos aprender a ser felices a pesar de estar tristes y echar de menos a esa persona. La tristeza no debe impedirnos hacer las cosas cotidianas, el niño tiene que proseguir su vida, debe entender que es normal que esté triste pero debemos enseñarle que esa tristeza no debe interferir en su día a día y se traduzca en temas como fracaso escolar o aislamiento, o dejar de realizar actividades, que es lo último que queremos que ocurra.
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